Loveless (1991)

Si existe algún disco maldito en el mundo, ese es Loveless de My Blody Velentine. Simplemente eso fue lo que significó para la banda la creación de este maravilloso álbum, todo por la búsqueda del sonido perfecto, que terminó, por una parte, en una excesiva cuenta (200.000 libras) producto de la contratación de mas de 14 ingenieros y que ocasionó la quiebra de la disquera, y por otra, en un agotamiento de la banda por lo exhaustivo que resultaron las seciones de grabación, sumado a la sensación que les produjo de sentir que no podrían volver a crear nunca más algo como esto, probocó la separación de sus integrantes.
Una vez leí por ahí una descripción que la encontré de lo mas acertado en la definición del sonido de Loveless: es como un estornudo de Dios en cámara lenta. En el disco hay capas y capas de ruido melodioso (las guitarras fueron grabadas y luego procesadas innumerable cantidad de veces), lleno de atmósferas y detalles ocultos a los que hay que poner atención para poder oírlos ya que se encuentran muchas veces aplastados por la tormenta ruidosa que se presenta en primer plano. Lo mismo sucede con las melodías vocales. Éstas son melodías pop que suenan como en otro plano, ajeno a lo que sucede con el ruido de fondo y de "encima". Nada igual en aquella época (la distorsión del sonido fue realizado de forma casi artesanal).
La aparición del Nevermind de Nirvana eclipsó muchos discos increíbles en aquella época, y Loveless no fue la excepción. Fue finalmente sepultado con la llegada del grunge. Tuvo que pasar toda una década para que fuera redescubierto y para que ahora se le reconozca su verdadero valor. Referencia y fuente de inspiración para la música de hoy en día.